viernes, 21 de marzo de 2008

La buena noticia: el Evangelio del Padre

Hola queridos compañeros;
En estas fechas se juntan dos hechos significativos para muchos argentinos: la Pascua de Jesús, el Cristo y la noche larga y oscura del 24 de marzo de 1976.
Para los que creemos, a los que se nos ha regalado el don de la Fe, este tiempo es de profunda reflexión, gozo y esperanza.
Un tiempo que invita a dejarse llevar por los senderos inhóspitos muchas veces de nuestras propias falencias, debilidades y caídas. Pero también y en una gran paradoja, momento de rescatar lo de grande, amoroso y noble existente en nuestro interior. Es la eterna lucha del bien y del mal, esa que nos pone un sino permanente, la que luego se expresa en la cotidianeidad de la vida ... o en el desgarro de la muerte.
Es momento de confrontarnos, pensarnos, escrudiñarnos. Pero al mismo instante, de gozo y alegría, de certeza en el Evangelio del Padre, Jesús.
¡MIREN CUÁNTO AMA DIOS AL HOMBRE QUE DA SU HIJO ÚNICO PARA SALVACIÓN DE ELLOS!
El Carpintero de Nazareth, el Hombre, el soñador e idealista, el Gran Filósofo que creyó en nosotros y que habiendo consagrado su vida por un altísimo objetivo, no se guardó nada, lo entregó todo, muriendo en la deshonrosa y escandalosa muerte de Cruz, tal como la consideraban griegos y judíos por aquella época, reservada a pillos, ladrones y demás yerbas.
Pero... "a este hombre, Dios lo exaltó y lo puso por encima de todo hombre, para que al nombre de Jesús doble toda rodilla lo que está en el Cielo y en la Tierra".
Curioso, toda vez que Dios se dispone a realizar alguna obra extraordinaria no busca a "los sabios y entendidos de este mundo", sino a los pequeños y sencillos: Rahab la prostituta, Moisés el asesino, María Magdalena a quién todos conocemos en nuestras calles, María una niña de Belén, Pedro un pescador poco instruido, Juan el Bautista que vivía en el desierto, etc.
Es en este Dios en quien creo, el que me alcanzó con su mirada tierna, dulce e irresistible. Este Dios que en Jesús me muestra lo hermosamente divino de nuestra humanidad. Este Dios que no me permite vivir la salvación en soledad, cuyo desafío mayor es la comunidad.
Este es el Dios que predico, el que me hace subversivo ante la injusticia allí donde esté, el que me impulsa hacia nuevas alturas, el que da sentido a mi camino.
Este humilde obrero de Nazareth que ilumina mi situación inmanente y la eleva a perspectivas permanentes, que transporta mi vista más allá.
Este es mi Dios, vivo, presente, misericordioso, amoroso y sencillo.
Por ello creo, aún cuando muchas veces no lo sienta, cuando la noche oscura se abata sobre mi espíritu y los caminos parecieran cerrarse, aún cuando todo me gritara que Dios no existe, más allá de racionalidades modernas, yo creo.
Y por eso, y también por el dolor del 24/03/76, hoy quiero levantar mis ojos al cielo (quizás esto consista en tornarlos hacia dentro) elevar una plegaria y rogarle al Dios de la Paz el Amor y la Vida que en estas Pascuas tengan abundancia de bendiciones, y que este tiempo sea una nueva posibilidad de renacer, de perdonar, pero sobre todo, de perdonarnos a nosotros mismos.
¡'FELICES PASCUAS! Y para los que no adhieren a esta convicción, igualmente desearles lo mejor, que sean muy pero muy felices y el final del camino los encuentre llenos de quietud y serenidad por la tarea bien hecha.
Fraternalmente: Sergio

2 comentarios:

Máximo Chaparro dijo...

Sergio: ¡Felices Pascuas! Profunda reflexión has levantado donde corresponde: "NOTICIAS". Cualesquiera sea la creencia que se posea, Festjamos la Vida, las manifestaciones de ella, lo que la acrecienta. No vencerá la disolución y la maldad ni la injusticia, a pesar de las apariencias.
Un abrazo.
Máximo

Silvina Carraud dijo...

Sergio: ¡Felices Pascuas! Gracias por tus palabras. Un saludo cariñoso para vos y toda tu familia.
Silvina