viernes, 30 de noviembre de 2007

Un simple comentario a modo de agradecimiento.

Es asombroso ver, queridos amigos, su apego y amor por lo propio, por su tierra y sus frutos. Tengo que confesar que a este noble orgullo lo noto ausente aquí en mi dañada provincia. No sé si mis amigos coprovincianos opinarán lo mismo.

Expresiones como éstas nos animan y nos alivian el andar. ¡Admirable!. Tal vez así se aprenda a "estar" y a "ser". Gracias por compartir todo esto y por su ayuda.

jueves, 29 de noviembre de 2007

"CHE, ¿LEISTE LA ULTIMA NOTICIA?"

Ché, Gurisada! Orden, por favor, Escuchen:

Queridas amigas y amigos: De forma lenta y gradual se va amuchando la gente, primeros los alumnos de Filosofía de Gualeguaychú. Pues de ellos son estos blogger. Tambien, con el permiso de Ustedes hemos invitado a los alumnos de la Subsede de Concordia, que están finalizando la Lic. en Ciencias Sociales. ¡Son entrerrianos hasta los tuétanos, en lo que tienen de bueno y universal los entrerrianos! Y pueden ayudarnos, si nos cuentan sus experiencias.
No puedo nombrar a todos los que se van incorporando, aunque los tengo en la retina.
Como bien dijo Sergio Gonzales, en uno de sus comentarios, esto tendrá vida mientras se la den Ustedes.
Por ahora, en lo inmediato, es la forma que tenemos de comunicarnos docentes y alumnos de la Cátedra de Filosofía. Y prepararnos para la evaluación final. Pues somos educadores del siglo XXI, y aceptamos sus desafíos, sin renunciar a pensar por y desde nosotros mismos. ¡Carajo! Perdón, se me escapó una palabra que no es muy académica.
Cordialmente
Máximo

martes, 20 de noviembre de 2007

¡¡¡ÚLTIMA NOTICIA!!!

Ché, gurises:

"Ultima noticia", se nos incorporaron Huguito y el chamigo Eugenio Valiero, (creo que de Gualeguay). ¿Y donde están esas gurisas, inteligentes y agudas como alfileres, que en clase preguntan y repreguntan? Y esas otras, que te clavan la mirada y hacen silencio. O a veces sonríen. ¿Y el resto del gurisaje? ¡Mirá que son buenos! ¡Y aman su tierra!
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"Esperá, Islero prepotente y apurado, dejá que las aguas transcurran despacio. Ya comenzarán los cantos. El gurisaje está en el monte del silencio, la prudencia, el respeto y el diálogo, casi siempre callado. Ya escucharás sus cantos ... mientras tanto mejorá tu ser para poder escuchar, ¡y no hablar tanto! No seas loro barranquero. Piensa, Islero!.

Había dejado de teclear. Miré para un costado y allí estaba El Mudo, hablándome, como lo hacía en circunstancias muy especiales. Quise darle alguan explicación. Pero ya se había ido

lunes, 19 de noviembre de 2007

VIAJE A GUALEGUAYCHÚ. PRIMERA PARTE: VIERNES 9 DE NOVIEMBRE.

Queridos amigos, el viernes 9 de noviembre, emprendimos junto a Máximo Chaparro y a Juan Ignacio Lugli, el viaje hacia su ciudad. Decidimos tomar la ruta que atraviesa el centro de la provincia hermana, el camino que une Crespo, Ramírez, Nogoyá, Basavilbaso, Urdinarrain y Gualeguaychú.

A medida que avanzamos en el recorrido, Máximo encontraba los pueblos en que había vivido cuando niño. Por lo que decidimos ingresar y realizar algunas paradas en varios de estos lugares.

El primer pueblo con que dimos fue Gilbert. Una tierra que se expande y pierde en el horizonte. Con construcciones de poca altura. Algunas casas; una iglesia medio escondida; campos; poca gente. Mucho espacio. Soledad.

En Glibert, visitamos el hospital donde falleció una hermana de Máximo cuando él tenía cerca de 5 años de edad. Nos comentaba que el frente de ese lugar se encontraba en las mismas condiciones desde hace 50 años.

Al salir de allí nos dirigimos a una especie de boliche – almacén atendido por un hombre de unos 80 años de edad. Persona de pocas palabras. Ha de haberse sentido algo asustado por la presencia de los tres 'extraños'.

Dejamos aquel pueblo que daba sensación de existir en una estría que distancia dos mundos. Sin embargo, muchas personas viven allí.

Mientras continuábamos nuestro viaje hacia Gualeguaychú, dimos con Escriña, otro de los lugares en que había vivido Máximo. Desde la ruta, él pudo observar su antigua casa. Para describirla en su estado actual, utilizo sus mismas palabras: una tapera. Solo quedan las ruinas de la antigua pensión. Sin techo. Sin piso.

A pocos pasos de la deteriorada estructura, se encuentran los rieles que forman la vía del tren. De eso nos contaba que vivía el pueblo en el pasado. Vimos unos caballos, algún gaucho observador y algunas casas. Salimos nuevamente a la ruta.

El nuevo objetivo era llegar a un pueblo llamado Irazusta. Lugar donde vivieran los abuelos de Máximo. Para llegar hasta allá, teníamos que entrar a Urdinarrain, tomar un camino de ripio hasta Parera. Desde allí, continuar por ripio hasta dar con el pueblo deseado. Y, desde este pueblo, salir por ripio hasta Larroque, para continuar nuestro viaje por asfalto hasta Gualeguyachú.

Ingresamos en Urdinarrain. Fuimos guiados hasta la salida que nos conduciría a Parera y, en este camino barroso por la lluvia, quedamos empantanados. Pudimos salir gracias a la gentileza y amabilidad desinteresada de tres entrerrianos. Hombres de ríos. Más fuertemente dicho, hombres de Entre Ríos, ‘donde un fresco abrazo de agua los nombra para siempre’ (parafraseo a José Ramón Pérez, pensador argentino que reside en Córdoba amigo y compañero de estudios universitarios de Máximo).

Viendo limitadas nuestras posibilidades para llegar a Parera y con el condicionamiento del correr de las horas, decidimos ir a Gualeguaychú.

Federico Agnello